Tus límites, mis limites.
Francisca Barros León
Psicóloga Clínica
Máster en Neuropsicología y Educación
¿Qué delimita los territorios? ¿Qué hace que exista el espacio personal? ¿Cómo sabemos hasta dónde podemos llegar? LÍMITES. Los límites son algo estremadamente poderoso y que sin empargo, no son fáciles de aplicar en la vida cotidiana e incluso nos cuesta poder reconocerlos internamente o con los demás.
Los límites están diseñados para no transgredir espacios, sean físicos o intangibles. Hay líneas físicas en la carretera que delinean por dónde ir y por dónde no cruzar para evitar accidentes, hay anuncios y señaléticas que nos indican el camino. Normalmente, aquellos límites son bastante simples de seguir ya que los podemos observar.
Existen otros límites que no son tan sencillos de delimitar y observar, porque no sabemos dónde están o a veces incluso no podemos expresar su importancia.
Ahora, la pregunta es cómo podemos empezar a poner límites en nuestras relaciones y también cómo reconocer los límites de los demás. Para darles una guía, alguna vez hace años en una conversación con una persona que capacitaba sobre los derechos infantiles, nos dijo: "mis derechos terminan donde empiezan los derechos de los demás". Eso quedó grabado en mi mente y suelo usarlo en terapia. Yo tengo derecho de sentir y pensar lo que desee, pero no tengo derecho a oligar a los demás a pensar o sentir lo que yo desee, porque ellos tienen ese mismo derecho desde un inicio. Por ejemplo, recientemente se da este movimiento de que la tierra es plana y hay algunas personas que lo creen, lo cual está bien. Sin embargo, no pueden forzar al resto de la población a creer lo mismo. Así funciona con absolutamente todo.
Yo puedo poner límites en mi casa, por ejemplo que las personas que entren se saquen los zapatos, Ese es mi límite, ahora, la persona puede decidir no entrar en mi casa porque no desea sacarse los zapatos. Ni yo puedo forzar a que entre sacándole los zapatos, ni la persona puede entrar sin sacarse los zapatos. Ahí están los límites y el respeto mutuo.
Cada vez que ponemos un límite, la otra persona puede aceptarlo y seguir con el límite o podrá rechazarlo y no seguirlo; lo que no puede hacer, es transgredir mi límite. Aquí es donde tenemos problemas, pensamos que por no estar de acuerdo puedo hacer lo que desee e impornerme sobre los demás. La mayoría de problemas de interacción humana se dan aquí.
Lastimosamente, parte importante de establecer límites es la claridad, debo expresar textualmente mi límite y el por qué es relevante, de tal manera que el otro lo pueda entender y con ese conocimiento pueda tomar una decisión informada.
Cuando un límite es confuso y tampoco expresa la importancia de tenerlo, es más fácil transgredirlo ya sea por ignoracia o por desestimar la relevancia del mismo. Entonces, cuando quieras poner un límite, menciona claramente cuál es y por qué es relevante para ti. Por ejemplo, quizá para mi es relevante que la gente sea puntual porque cuando no lo es siento que me faltan el respeto y que no consideran mi tiempo, a demás que llegar tarde suele tener consecuencias negativas. Debo expresar eso si alguien llega tarde o hablarlo con anterioridad para evitar que suceda. Si permito que esto suceda más de dos veces, ya no será un error, si no un patrón, del que luego es más difícil salir.
Entonces, en resumen.
Tenemos que comunicar nuestros límites de forma clara, textual y específica.
No debemos permitir que se irrespeten, ya que a la tercera vez tendremos un patrón de conducta.
Los límites de los demás terminan donde empiezan los míos y viceversa, no puedo transgredirlos o imponerme sobre los demás, así como no puedo permitir que transgredan los míos.
Recordemos que los límites son para evitar daño, no para causarlo.
Eso es todo por hoy, nos vemos pronto.
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